iba caminando lentamente, casi contando mis pasos, pensando en todo y nada, iba divagando entre planes, deseos, rabias y frustacions, el atardecer que se abria ante mi demostraba la magnificencia del mundo, pero mis ojos estaban cegados por el arrepentimiento.
yo no podia hacer mas nada que desearla, que querer tenerla a mi lado. sin embargo, habia sido uno de esos amores prohibidos, uno de esos que te mantienen soñando de dia y despierto en las noches, uno de esos que hace que respires con el corazon y no con los pulmones, uno de esos que bloque la mente y juega con ella. y lo peor era que yo lo sabia. y lo peor era que no me importaba.
la habia visto por primera vez en el borde de un rio, recogiendo flores, y me habia hechizado su sonrisa, su boca, su pelo, su piel. me habia encantado la manera en la cual sus tersas manos acariciaban las flores y hubiera dado lo que fuera para ser una de esas flores.
lo recuerdo claramente, estaba paralizado, atontado por lo impactante de su belleza, y no me molestaba, sentia que podia pasar el resto de la eternidad contemplandola. Con un repentino suspiro sali de mi mente y me decidi a hablarle, pero fue entonces que él llego, y la tomó entre sus brazos. El alma se me cayó a los pies y con una ultima esperanza corri a casa de un amigo en busca, no de consejo, sino mas bien de que me dijera lo que yo deseaba oir, pero la crueldad del destino volvio a hacer presencia, y al oir esas palabras una lagrima se resbalo solitaria por mi mejilla. Nunca en mi vida la palabra "casada" habia causado un efecto tan devastador, y jamas lo hara de nuevo. entonces, en lugar de resignarse, mi mente se nego a aceptar la verdad y solo empeoro mi repentina obsesion por esa mujer. dia tras dia y noche tras noche no hacia sino desearla entre mis brazos e imaginar que podiamos estar juntos.
hasta que por fin decidi hacer algo, y admito que no fue la mejor decision que tome en mi vida. espere a que anocheciera y caminé hacia su casa sin temor, pues la obsecion guiaba mi cuerpo. Viole la cerradura de su puerta, camine lentamente hacia su cocina, tome el cuchillo mas filoso que pude hallar y subi las escaleras hacia su habitacion. alli estaba ella, dormida, tan hermosa como siempre, con su pelo negro y liso sus ojos cerrados que ocultaban un hermoso color negro que hacia juego con sus cabellos. y su piel tersa y blanca cubierta por una suave bata de lino. todo esto no hizo sino que el deseo de concluir mi mision aumentara, la queria para mi, y la unica manera de lograrlo legitimamente estaba a unos pasos de distancia. Ahi estaba él acostado a su lado. respiré profundo y comenze a caminar en su direccion, sin embargo, el destino persistia en mi contra y tropezé contra una mesa de noche. Produje un estrepito tan fuerte, que me parecio imposible que ocurriera normalmente. el se levanto rapidamente de la cama, al igual que ella, el miro el cuchillo que yo esgrimia en mi mano y corrio en mi direccion con la clara intencion de quitarmelo. sin embargo, el destino tampoco estaba de su parte, y esta vez yo tuve seurte. clavé el cuchillo en la parte superior de su estomago. El me miro fijamente, y luego a su esposa, mientras intentaba en vano articular la palabra: "corré". en ese momento yo no comprendia del todo lo que estaba haciendo, como ya he dicho, era la obsecion que controlaba mi cuerpo. el hombre cayo de espaldas al suelo, moribundo, y cuendo yo me disponia a darle el golpe de gracia, el destino dio la estocada final en mi contra, ella se atravezo entre mi arma y su amado esposo, solo entonces y de la manera mas cruel imaginable entendi el amor que sentian el uno por el otro y entendi que nada de lo que yo hiciera o hubiera hecho hubiera bastado para que ella fuera mia. el golpe que le propine fue mortal, y justo en ese momente, la obsecion me abandono y mi mente fue capaz de controlar sus cinco sentidos, pero tambien fue capaz de sentir el dolor de lo que habia hecho, la tomé entre mis brazos, pero ya nada de vida quedaba en ella. y mi dolor fue tan grande que la unica salida que encontre estaba empuñada en mi mano. Con un movimiento rapido y sin dudarlo ni un segundo deslize ese cuchillo de un lado a otro de mi cuello. con mis ultimo retaso de conciencia pedi perdon por lo que habia hecho. sin embargo aun estoy aqui, encadenado a la tiera, condenado dia a dia a amarla sin poder tenerla, condenado a sentir el dolor. condenado a pensar simplemente: "si yo hubiera"...